Esta confesión que voy a hacer a algunos les puede sonar discriminatoria, a muchos un mal chiste y al resto ni fu, ni fa. Porque nadie se puede imaginar la sensación que tuve, hace un par de años, al entrar al Centro Comercial Gran Estación y encontrarme de frente con un guardia de seguridad en silla de ruedas. Sí, así como lo leen. Un celador en silla de ruedas. En ese momento pensé, ¿a quién se le puede ocurrir poner a cuidar a un guardia de seguridad en silla de ruedas, en uno de los centros comerciales más grandes y concurridos de Bogotá? ¿Y si un ladrón sale corriendo cómo va a hacer? ¿O si le toca coordinar una evacuación qué? Mejor dicho, fueron más grandes mis prejuicios que la realidad que escondía este personaje. Fue tan grande mi curiosidad, por no decir el morbo que me produjo esta situación, que no pude resistirme y me dirigí a él. Con una pregunta cualquiera rompí el hielo, para después entablar una larga conversación con él. Me contó que tenía familia, hijos que estudiaban, incluso me contó que había otros como él trabajando ahí. En pocas palabras me contó una vida que era muy parecida a la mía o a la de cualquier otro colombiano.

Dentro de las muchas cosas que me contó hubo una que me llamó mucho la atención “yo hago parte de un programa de inclusión laboral”. Y me llamo la atención porque no sabía que aquí, en Bogotá, en Colombia, en un país con una tasa de desempleo cercana al 10% hubiera compañías que estuvieran desarrollando estos programas. Me emocionó mucho saber que en nuestro país había compañías que tenían programas que daban trabajo a personas con discapacidad. Porque la inclusión laboral es eso, dar empleo a estas personas, en las mismas condiciones de tareas, sueldos y horarios que el de cualquier otro trabajador.

Pero por otro lado también fue triste saber que el panorama a nivel laboral para las personas con discapacidad es muy desalentador. Según datos del DANE de 2013, en Colombia solo el 15% de los personas con discapacidad han sido vinculadas laboralmente. Si tomamos en cuenta que hay aproximadamente 3 millones de personas en estado de discapacidad (física, psicosocial, cognitiva y sensorial), podemos concluir el rango de desempleo entre este grupo de personas es crítico. Por otro lado, un estudio realizado en Latinoamérica por Meta4, mostró a Colombia como el caso más extremo, ya que aquí el 90% las empresas no tienen dentro de su nómina personas con discapacidad. En países como Chile, ese porcentaje es del 78%, en México del 65%, Argentina del 63% y en España al 56%, lo que nos muestra que las posibilidades que tiene una persona con alguna discapacidad para conseguir trabajo es muy baja.

Históricamente las personas con discapacidad física, psicosocial, cognitiva y sensorial, han sido segregadas no sólo en el campo laboral sino también en el educativo y el social. Si a esto le sumamos la falta de oportunidades a nivel educativo, la situación se pone más complicada, porque solo el 32% de las personas con alguna discapacidad logran acceder a estudios, convirtiendo esto en el primer gran obstáculo para este grupo de personas. La gestión sobre la educación y la formación es una de las tareas pendientes para las entidades públicas y privadas, ya que de acuerdo con el Ministerio de Trabajo 31,6% de la población discapacitada no ha recibido ningún tipo de formación para el trabajo.

Sin embargo el estado colombiano, a través el Ministerio de Protección Social, ha promovido la contratación de personas con discapacidad a través de estímulos y beneficios tributarios para las empresas. Reducción en la renta de hasta un 200% del salario y prestaciones sociales pagadas a las personas con discapacidad, descuentos tributarios con el fin de impulsar la creación de empleos para dichas personas son algunas de las iniciativas que se han venido implementando.

Afortunadamente hay compañías como Bancolombia, Mc Donald’s, Colcafé, Jumbo, Organización Corona, Terpel, entre otras que se la están jugando por esta labor social y por la apuesta por la productividad de esta población. Bancolombia es una de las empresas que ha trabajado en esto y por eso creó un programa llamado Bancolombia para Todos, con el que vinculan a personas con discapacidad física y visual. Colcafé, compañía perteneciente al Grupo Nutresa, inició con el proceso hace varios años y en la actualidad cuenta con 22 personas discapacitadas vinculadas a su nómina, 14 de ellos con pérdida auditiva. De igual manera Mc Donald’s es uno de los destinos de los colombianos con problemas auditivos de la Fundación Arcángeles. En Jumbo el 1,5% de sus empleados tienen alguna discapacidad física o sensorial.

La inclusión laboral es una realidad. ¿Que todavía hay oportunidades para que esta iniciativa sea más grande? Sí, tenemos muchas oportunidades. Pero ya no le extrañe que en un restaurante de comidas rápidas lo esté atendiendo una persona sordo muda. O que un centro comercial lo esté cuidando un vigilante en silla de ruedas. O que un joven con discapacidad cognitiva le esté preparando su café en uno de los más reconocidos cafés de su ciudad. No se trata de altruismo o filantropía. Ni tampoco de almas caritativas. Se trata de compañías que tomaron la decisión de dar empleo a personas con discapacidad buscando un gran cambio. Un cambio empresarial, un cambio social y lo más importante, un cambio para el país.