Desde el primer día en mi nuevo trabajo esperaba encontrar algo diferente. Esperaba encontrar una agencia de publicidad comprometida con el planeta, con la sociedad, con el medio ambiente. En el peor de los casos, una compañía donde las ganacias financieras fueran equiparables a sus logros sociales. Esperaba que cada compañero de trabajo fuera un activista que desde su escritorio llevara las banderas de grandes causas apadrinadas por la compañía, nos permitieran permear y cambiar la sociedad. Este deseo de hacer parte de algo más grande, de hacer una diferencia en el mundo, ha sido mi consigna y la de millones de personas y compañías, que están intentando desde su ámbito poder ser agentes de cambio.
En este deseo de mejora, de cambio, es donde entra a jugar un papel importante el Marketing Social. ¿Qué es el marketing social? Para el profesor de la Universidad de Georgetown Alan Andreasen, el marketing social se define como la aplicación de las técnicas de marketing comercial para programas sociales. Dichos programas están diseñados para influir en el comportamiento voluntario de la audiencia con el fin de mejorar su bienestar personal y el de la sociedad en su conjunto.
Pero para entender esto, vayamos más atrás, a los inicios del marketing. El marketing surgió como una necesidad de estudiar a profundidad los mercados de la época feudal, para entender las dinámicas comerciales y realizar estrategias afines con diferentes grupos para incrementar el consumo. Con el tiempo evolucionó, y en 1970, gracias a autores como Manoff, Fine, Kotler, Zaltman se descubren otras necesidades, necesidades que iban más allá de lo puramente comercial, estas buscaban reformar causas, ideas o comportamientos sociales. Esto fue el inicio de un nuevo camino para el marketing como hasta ese momento se conocía, así nació el concepto del marketing social.
Pero esto del marketing social no se ha quedado en un simple concepto, ha evolucionado y se ha desarrollado de 2 modos: lo práctico y lo intelectual. En lo práctico se introdujo con iniciativas al campo familiar, la salud y la supervivencia infantil en Asia y África. En Sudamérica se centró en el desarrollo educacional, el medio ambiente y el abuso infantil. No sorprende que haya sido en las zonas del mundo de mayor desigualdad social y donde los países llamados del primer mundo han sacado mayor provecho. El lado intelectual a su vez, comenzó a crecer con la aparición de publicaciones, artículos, libros y conferencias que provenían de grupos de académicos de diferentes universidades de Estados Unidos. En un principio esta disciplina centró su interés en la solución de problemas de carácter social.
A pesar de que la historia del Marketing Social ha hecho referencia a las instituciones que velan por los cambios sociales, ONG’s o fundaciones como WWF, Amnistia Internacional y GreenPeace entre otras, esta práctica ha llegado a las grandes corporaciones de la mano de la Responsabilidad Social Empresarial. Una filosofía corporativa, adoptada por la alta dirección de una empresa, para actuar en beneficio de sus propios trabajadores, sus familias y el entorno social en las zonas donde tienen influencia. Ser una empresa Socialmente Responsable no es solo cumplir con sus obligaciones legales y tributarias, es también invertir en la sociedad.
Grandes compañías como Coca-Cola, Exxon Mobil, Energizer y McDonald’s, entre muchas en el mundo, tienen importantes iniciativas de carácter social. Incluso estrellas de la música como Bono se han convertido en activistas de estas causas y han llevado sus ideas más allá de sus conciertos, han llegado a la creación de “marcas” como RED que son un ejemplo maravilloso de cómo vendiendo cosas se puede luchar contra del SIDA.
Fundaciones educativas, proyectos medio ambientales, lucha contra enfermedades, protección de especies en vía de extinción, calentamiento global, manejo responsable de tecnología, lucha para la equidad de género son apenas unos pequeños ejemplos de la capacidad que tienen las empresas para cambiar el mundo. Por lo regular estas iniciativas sociales pasan desapercibidas por la falta de difusión. Pero cuando la publicidad, las compañías y una buena causa se unen los resultados son sorprendentes.
Por un México sin violencia contras las mujeres.
Botellas que funcionan como aire acondicionado o como bombillos para personas de escasos recursos; personas del común que se convierten en patrocinadores de atletas con síndrome de down; hasta festivales de cine que quieren proteger las especies en vía de extinción son algunos ejemplos de esas pequeñas causas que pueden lograr grandes cambios en la gente y en el mundo. Porque inspiran, porque mueven, porque buscan cambiar un comportamiento, buscan concientizar y claro, buscan que sus productos se vendan más, porque generan identificación con sus consumidores.
Por eso los invito a buscar ese lugar de trabajo en esa compañía donde las causas sociales son parte del día día, donde sientan que los inspiran para ser una mejor persona, donde en cada puesto de trabajo haya un activista social que quiera cambiar el mundo. Una compañía donde a través del Marketing Social se hagan realidad todas esas ideas que genuinamente quieren un mejor lugar para todos.